Un viaje al alma de los vinos
Siempre hemos intentado huir de la ostentación, de simbolizar el lujo y dinero en una etiqueta. En cierto momento, empezamos a contar cosas del vino que nos interesaban más. Hemos podido disfrutar de múltiples experiencias en catas abiertas, ser testigos de expresiones enriquecidas con los sentidos, y hemos trasladado al restaurante lo que más nos ha seducido y enamorado para compartir nuestra manera de vivir el vino.
Aspiramos a que la gente que venga a casa conozca mejor quién guarda el vino, queremos que se produzca una interacción, un planteamiento de respeto a la naturaleza, de diálogo con los elaboradores. Queremos sentirnos embajadores de quién hace el vino, mostrarnos cercanos a la gente, que no tiene por qué encontrar rigidez en el hábito y el consumo del vino. Queremos demostrar que el vino no sólo se cata y se huele, sino que se puede sentir, incluso escuchar.
Queremos conseguir que la visita a la bodega la disfrute tanto el apasionado de los vinos como el abstemio. Queremos que pueda entrar un niño y una persona mayor, y que todos encuentren en la bodega un sentido lúdico, de entretenimiento, pero también lúcido, de reflexión sobre el diálogo fascinante entre el hombre y la naturaleza: saber que el hombre interviene pero que la naturaleza lo va poniendo en su sitio. En definitiva, queremos mostrar con franqueza vinos que nos gustan, en cinco capillas o espacios dedicados a cinco variedades, dónde se pueden contemplar los paisajes y las sensaciones que nos evocan cada una de ellas.
Queremos sentirnos embajadores de quién hace el vino, mostrarnos cercanos a la gente, que no tiene por qué encontrar rigidez en el hábito y el consumo del vino. Queremos demostrar que el vino no sólo se cata y se huele, sino que se puede sentir, incluso escuchar.
Josep Roca